domingo, 18 de julio de 2010

(...) que parecen ochenta años

Recuerdo, hace algo más de dos meses, estar mirando al borde del precipicio durante un buen rato, apartándole la mirada a cada instante. Cada día que pasaba, el jodido precipicio se iba haciendo más y más profundo, tanto que calaba, tanto que asustaba (...)


Cuatro menos cuarto de la madrugada, sola en casa. Loquillo, un golpe de suerte y un calor insoportable. Paso deprisa de una canción a otra por el Spotify. Todas van evocando algo. Desde un cántame al oído hasta un polvo en la silla de mi habitación.
Ponte el vestido.
Me sé de memoria tus lunares.
Y ahora, la jodida soledad. Esa que mata los días y ahoga las noches.
Sigo sin querer estar aqui. De normal es intragable, ahora...
[ahora me pierdo]
Creo que tengo tantas cosas que decir que no sé ni por dónde carallo empezar. Quizás con un echo de menos demasiadas cosas, hasta incluso pensar que me aterra.
No sabía que esto había llegado tan lejos.
Me aterra pensar que no es real,
perder el control.
[aunque, seamos sinceros, comienza a ser tarde para eso]


...y la cama de noventa me sigue quedando grande.

1 comentario:

fag dijo...

umf, requiero una foto de un lunar tuyo. así, con dos cojones.

extracto aleatório de un diálogo cualquiera en cualquier discoteca entre cualquier niñapijaquenuncamefollaré y yo:

-hala, qué alto eres, ¿no?
-sí, es que mi cama es muy grande.