Yo no te espero. Buscaba tu sonrisa complaciente en cada figura extraña. Buscaba tu olvido tan enérgico que me rompiera las putas entrañas. Buscaba tu sabor, tu olor, tu escozor de medianoche. Y buscaba, cómo no, tus palabras vagabundas y a veces tan difusas.
Sigo aquí, no te espero. Pero a cada paso que doy, miro con recelo por si apareces. Te busco en silencio, se supone que nadie lo sabe. Ya te olvidé, ¿recuerdas? Una vez lo grité por la ventana para que me oyeras.
Qué más da. Te busco pero no te espero. Puedo caminar, ¿no me ves?
¡Puedo caminar sin ti!
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