Siento un dolor dentro de mi que no me deja respirar. De esos que necesitan reposo, tranquilidad, oscuridad y música agradable. Pero de todos es sabido que no me gusta ninguna de esas cosas. Hago como que estoy bien y me voy camino del bar más lejano (el más cercano tiene un raro olor a gamba frita).
Y es que hacer como que estoy bien es mi especialidad. Lo de sonreir y aparentar va conmigo incluso fuera de estas maravillosas fechas.
Quizá es que no me aprendí bien los mandamientos del egoísmo emocional que siempre proclamo... o quizás es que pienso que la autosuficiencia está infravalorada.
O qué se yo.
Dentro de día y medio recibiré un millar de tirones de oreja y sólo me apetece esconderme debajo de la manta que hay arrugada en mi cama y tomarme la medicación que no me hace efecto alguno.
Los gracias, ya ves y oir los ay que ver lo que has crecido nunca han ido conmigo. Ni eso, ni los polvorones rancios después de comer.
*Dedicado con ternura a mi inspiración de hoy :)
3 comentarios:
Por las 22 primaveras no te preocupes, terminan pasando como un resfriado y te lo dice uno con 24. Con respecto a los polvornes rancios, tendrás que buscar una solución antes de que terminen con tigo.
yeah, felicidades tal cual bla bla ¿puedo meterme contigo debajo la manta arrugada de tu cama y tomarnos juntos la medicación que no hace efecto?
gracias por lo del libro [pelotapelotapelota!!] pero está en catalán, no sé si lo entenderías -no sé de dónde eres.
besooos!
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