jueves, 4 de junio de 2009

Cosas que he aprendido

y cosas que nunca aprenderé.



Supongo que cuando llega un punto de giro en la vida, se hace balance, se examinan daños colaterales, y miras fotos enmarcadas hasta reír llorando.
Supongo que siempre llega un momento, en que tu mundo se cae en un solo instante, que te desmoralizas, que piensas la mejor alternativa a lo que podría haber pasado, pero sabes que ya es demasiado tarde. Que las cosas no pueden cambiar porque así han sido. O así lo han querido.

El sábado me desperté temprano. Me encendí el desayuno; Lucky Strike para campeones, y me volví a tirar a la cama. A pensar. A recapacitar.
Ahí estaba yo, con mi cuenco marrón como cenicero que un día encauté a alguien que ahora dice que no me conoce. Arrieritos somos.
Y pensé y pensé hasta que me estalló la cabeza. Imaginé, inventé, hice y deshice historias woodyalleneskas, porque es sólo en mi cabeza cuando puedo provocar situaciones así.

Y todo esto va de no poder abrir los ojos - la coriza no me deja ver bien- o de abrirlos y que no te acabe de gustar lo que ves.

Porque aún hoy sé, que algunas cosas precipitadas podían haber sido mil veces mejor si se hubiera aguardado a que pasasen los fantasmas. Siempre nos pierde la velocidad.

¿Conté que fui a una exposición de Miró? Todas las esculturas eran vaginas buscando un punto de tensión.



*La imágen es un fotograma de Butterfly Effect.

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